Firmado en la base parte superior derecha: “Mallo”
Signatura: FAR E-24
Hay claros precedentes en la representación del jinete al galope. Quizás fuera el pintor Géricault, como bien apuntaba Rodin, quien mejor supo transmitir la sensación de velocidad y ligereza del caballo al galope, a pesar de su errónea interpretación de la disposición de las patas pues no llegó a conocer lo que la fotografía revelaría poco más tarde. Pintó a los caballos despegados del suelo y con las patas delanteras y traseras extendidas al mismo tiempo. Hoy sabemos que eso no funciona así, pero es precisamente ese “error” anatómico el que confiere la sensación de vértigo, que una lectura más realista y correcta no habría logrado. Degas, que conocía y usaba la fotografía y admiraba a Géricault, supo introducir sutiles “licencias” en aras de la representación del movimiento, salvaguardando al mismo tiempo la sensación de verosimilitud.
Aquí Cristino Mallo nos presenta a un caballo en carrera tan veloz que parece tropezar. Consigue una ligereza en las patas delanteras que no admiten apoyo y parecen volar. Una vez más utiliza el equilibrio inestable para transmitir la fugacidad del movimiento, con recursos temporales ajenos al realismo y bien conocidos por los artistas que le precedieron.
Todos los demás elementos de la figura como la actitud del jinete, el tenso cuello del animal o la cola de la montura contribuyen a la sensación de veloz desplazamiento por el espacio.