Firmado en el muslo izquierdo “J. Haro 1/4”
Signatura: FAR E-1
Esta figura, más que la representación de un cuerpo joven en actitud vitalista, es un puro gesto de expansión. Un gesto que se adentra en el espacio en la euforia de la plenitud vital. Gesto sin nombre propio, deliberadamente anónimo, sin rostro, universalmente aplicable. Los cortes en las extremidades nos centran la mirada en el poderoso torso henchido de fuerza y luz, verdadero homenaje a la belleza del cuerpo desnudo, a la dicha de sentirse vivo en comunión con la naturaleza y el sol. A la manera de los versos de Walt Whitman, poeta norteamericano admirado tanto por Juan Haro como por Antonio Ródenas.
Formalmente esta figura va más allá de la herencia clásica al incorporar soluciones muy personales de la anatomía. El grito, protagonista, es la culminación del recorrido que hace nuestra mirada por el cuerpo y es proyección hacia el espacio circundante. Grito que es asimismo zénit dramático, sonoro triunfo de la alegría o quizás sofocado gesto de angustia vital, de fuerza reprimida que busca desesperadamente una válvula de escape. Así esta obra se enriquece con varias posibles lecturas dejando al espectador una interpretación afín con sus propios sentimientos.