Firmado en el ángulo inferior derecho “B. Palencia 52”
Signatura: FAR D-34
Evocador dibujo en el que se conjugan el acierto de la línea, firme y segura, con la delicadeza de los detalles, en especial la interpretación sensible del fondo de plantas y rocas, verdadero marco psicológico que enmarca la figura.
Antonio Ródenas habla en sus diarios de la capacidad de Palencia para representar cualquier cosa, por insignificante e intrascendente que pareciera; incluso, hallaba en lo ínfimo un especial deleite. La belleza estaba en todo.
Aquí parece cumplirse esa observación, pues las plantas silvestres, escuálidas, denotan un amor especial por los detalles.
En ese sentido se emparenta con los pintores flamencos, algo muy del gusto de Ródenas y de Palencia. Éste veía en su propia pintura un gusto por la composición fragmentaria, es decir por el fragmento muy trabajado ( hasta el punto de poder ser autónomo) sometido a la unidad del todo, como ocurre, salvando las distancias obvias, en la pintura flamenca.