Firmado en el ángulo inferior izquierdo “B. Palencia 47”
Signatura: FAR P-58
Quizás sea éste uno de los cuadros más singulares y bellos de Benjamín Palencia de cuantos posee la Colección.
Cuadro lleno de vida y movimiento, la libre disposición de los jinetes, sin atenerse a normas jerárquicas o de perspectiva, acentúa el dinamismo y aporta un cierto primitivismo que hace que trascienda la anécdota. Estos rasgos y su división en franjas frontales lo emparenta con los frisos antiguos; la temática, con un cosmopolitismo europeo de ricos e ilustres antecedentes. El color encendido aplicado en jugosa materia vibrante nos recuerda la siempre inquieta mente del pintor formado en las vanguardias europeas.
La sencillez compositiva con insistencia en las horizontales, la arboleda y el cielo crepuscular le dotan de una placidez tan solo desmentida por la incoherencia de tamaños de las figuras, la divergencia de sus movimientos y la presencia del caballo sin jinete. Se deduce una historia solapada, velada, una representación simultánea de distintos tiempos de una narración en un mismo espacio, a la manera de los antiguos.