Firmado en el ángulo inferior izquierdo “B. Palencia 47”
Signatura: FAR P-55
Benjamín Palencia pintó en estos años varios cuadros de similar planteamiento (véase “Baño en el río” también de 1947, reproducido en la página 178 del libro de Corredor-Matheos “Vida y obra de B. Palencia”, Espasa Calpe S.A, Madrid 1979). Estas composiciones de figuras simplificadas, esquemáticas, en su entorno natural también abstraído, denotan sin duda el interés que despertaba en el pintor la serie de bañistas de Cézanne, al igual que en Antonio Ródenas, que tenía reproducciones de las mismas colgando junto a sus palencias. Y en el origen remoto de esa aventura formal que se da en las bañistas de Cézanne está sin duda el Greco, pintor que ocupó muchas de las conversaciones entre Palencia y Ródenas y al que ambos profesaban auténtica devoción.
En este cuadro hay además claros ecos de un fauvismo matissiano. Pero todo ello está singularizado por la personal dicción y cromatismo de Palencia.
Las franjas horizontales de color aplanan la perspectiva, como en el citado Matisse o en las ilustraciones del Beato de Liébana. Son una abstracción radical del paisaje que otros pintores han practicado. Aquí, la profundidad espacial se logra mediante las figuras dispuestas sobre esas franjas.