Firmado en el ángulo inferior derecho “B. Palencia Otoño 49”
Signatura: FAR P-47
Este paisaje de rabioso, casi agresivo, colorido es otro de los grandes cuadros de Palencia adquiridos por Antonio Ródenas. Una soberbia orquestación de colores puros, como recién salidos del tubo, sobre todo rojos y amarillos, complejo en matices, texturas y recursos, de sencilla y sabia composición en la que todos los volúmenes están encajados como en un puzzle. La mirada, tras penetrar por el árbol amarillo, es conducida de un elemento a otro de una forma fluida hacia el horizonte.
Es una obra maestra, redonda, sin fisuras, en la que estalla en todo su esplendor el talento de paisajista del pintor. En ella queda patente esa vía que defendía Ródenas de vanguardia atemperada, de modernidad que respeta a los clásicos. Y queda evidente una vez más el acertado y refinado gusto del coleccionista, cuya posición de amistad con el artista quizás le brindó la oportunidad de hacerse con un cuadro emblemático en la producción del pintor, cuadro ampliamente expuesto y divulgado por Europa.
Benjamín Palencia fue seleccionado para la Bienal de Venecia de 1956, verdadero impulso internacional a la fama del pintor. Aunque en ninguna fuente consultada conste que también expusiera en la XXVI Bienal de 1952, en la trasera de este cuadro hay adherida una etiqueta oficial de esta Bienal, que certifica que “Otoño en Ávila” estuvo expuesto allí. El pintor aprovecharía la ocasión de 1956 para viajar por Italia, acompañado por Carmen Castro, viuda del filósofo Zubiri. Ésta reflejaría el periplo en su libro “Italia con B. Palencia” publicado en 1959 y que incluimos en esta exposición, en la vitrina de documentos. En cualquier caso, al margen de las fechas, este cuadro tenía la importancia y calidad suficientemente probadas como para traspasar nuestras fronteras y ser vista en los principales foros artísticos de Europa.