Firmado en el ángulo inferior derecho “B. Palencia 52”
Signatura: FAR P-53
Lo que singulariza a este cuadro es, sobre todo, la franja negra, río o muro, que marca una distancia entre las huertas del primer término y la ciudad.
El negro, barrido de la paleta por los impresionistas, se reincorpora con fuerza y protagonismo con las primeras vanguardias. Extendido puro, es un color de síntesis, de abstracción, y así está empleado aquí.
Todo el paisaje es un ejercicio de dicción sintética, tanto la composición geometrizante como la grafía empleada para representar los surcos, algo común a los pintores de la Escuela de Vallecas, a Ortega Muñoz y al predecesor de todos ellos en ese aspecto: Van Gogh.